lunes, 24 de mayo de 2010

Amándome a mi mismo y a los demás


Mi Dios
Quiero ser libre.
Libre para pensar, decidir, actuar.
Libre para sonreír, gozar, alegrarme.
Libre para sentir, llorar, expresarme.
Libre para vivir.
Libre para servir.
Libre para optar por Ti.
Y para dejar que Tú
Me ames y me transformes en la imagen viva de Tu hijo.
Amén.

“Si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres”
(Juan 8, 36)



Todas las personas tenemos dos necesidades básicas esenciales para desarrollarnos como seres humanos y tener la posibilidad de experimentar una vida sana, plena, libre y feliz con y para mí, así como también para y con los demás (dinamismo de la solidaridad):
1. Establecer relaciones íntimas
2. Establecer relaciones sanas


Relaciones íntimas


Los seres humanos fuimos creados por Dios para amar y así ser felices. Tanto si poseemos una conciencia religiosa o no, este deseo de nuestro corazón es nuestro anhelo más profundo y nuestro tesoro más valioso. Este anhelo es la esencia del espíritu humano y la meta de nuestros más nobles sueños.

Durante nuestra vida Dios protege este anhelo dándonos los dos grandes mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”.


El amor se expresa a través de las relaciones. Estamos llamados a entrar en relaciones íntimas con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Llamamos relaciones íntimas a aquellas que son auténticas, profundas y sinceras.


La intimidad se logra a través de un proceso que empieza en el “darse cuenta”. No es un acontecimiento que se pueda lograr de un momento a otro. La intimidad, en primer lugar consiste en atender a la propia persona (a ti mismo) en todos sus aspectos.


Es muy importante que se dé esa intimidad del ser humano consigo mismo. Esto implica el saber quiénes somos, hacia dónde vamos y cuáles son nuestros valores en la vida.


Para saber quiénes somos es necesario ser conscientes de nuestros sentidos, nuestras emociones, de nuestra mente, de nuestra voluntad y de nuestra interioridad.


Nuestros sentidos perciben el mundo y al darnos cuenta de esas percepciones experimentamos una inmensa gama de sensaciones positivas y negativas que producen en nosotros diversas reacciones emocionales, también negativas o positivas (como lo vimos en la lectura del perdón). Nuestra mente las juzga, en cierto modo las cataloga y nos lleva a responder de diferentes maneras. Entonces nuestra voluntad decide la forma de actuar. Este proceso podrá realizarse de manera más sana e integral a medida que nos vayamos dando cuenta de las raíces de las conductas que tenemos y las veamos a la luz de nuestros valores. Como resultado, nuestras respuestas a las percepciones, a las sensaciones u a las emociones, adoptarán vías cada vez más adecuadas de manejo, aceptación y expresión.


Además, para tener una noción de quiénes somos, debemos integrar las percepciones, sensaciones, emociones y respuestas (Inteligencia Sentiente) dentro de una identidad propia y esta identidad cobrará claridad en la medida en que podamos conocernos mejor y vayamos aceptándonos como seres dignos, valiosos, únicos e irrepetibles y en la medida en que entendamos que fuimos creados por amor y para amar. Mientras más crezca nuestro sentido de identidad, mejor nos iremos relacionando internamente.


La intimidad con nosotros mismos es la llave que abre nuevas puertas para relacionarnos bien con los demás y con Dios. Cuando se ha logrado un avance en este proceso de autoconocimiento es posible comenzar a compartir en ese mismo nivel de profundidad con otras personas. Nadie da lo que no tiene. Nadie puede tener relaciones profundas (valiosas, sanas y enriquecedoras) con otra persona SI NO LAS TIENE CONSIGO MISMO.


Para establecer estas relaciones con uno mismo es necesario descubrir los canales adecuados. Esta intimidad consiste en conocerse mejor para amarse más. Implica la aceptación plena de uno mismo con el propio cuerpo, las emociones, los impulsos, pensamientos y deseos (unidad psico-orgánica).


La intimidad nos va llevando al cambio. Cada día crecemos, maduramos y nos libramos en la medida en que nos conocemos mejor y en que decidimos vivir en la verdad (la verdad de quienes somos nosotros mismos). Nos aceptamos como seres intrínsecamente buenos (dignos de ser amados, respetados y de todos los derechos humanos por el simple hecho de ser de la especie humana). También veremos claramente nuestras debilidades y entraremos en contacto con nuestra condición humana y con nuestra vulnerabilidad y limitaciones.


La verdadera intimidad con el otro… es un proceso que se logra con el tiempo. Consiste en “conocer” y ser “conocido”. Es necesaria la apertura, la buena voluntad, la honestidad, la confianza y el esfuerzo continuado de dos personas. Se realiza a través de la comunicación profunda, libre de juicios. Si juzgamos las intenciones y las motivaciones del otro, no lograremos nunca intimidad. También se da en la “igualdad”; ninguno puede sentirse superior al otro.


La intimidad es dinámica. Siempre va en aumento y siempre madura. Cuando se logra una relación de este tipo entre dos personas el beneficio es mutuo: aprenden a conocerse, a confiar, a apoyarse y a amarse. El fruto es la seguridad, el gozo y la paz interior en ambas.


Según la psicóloga Anne Wilson Schaef, la relación íntima tiene las siguientes características:


1. Conocemos y somos conocidos por el otro.
2. Compartimos experiencias de vida (gozo, dolor, confrontación, perdón, esperanza).
3. Hablamos con libertad de todo; no analizamos.
4. (La relación íntima) es divertida y alegre. Compartimos errores y bromas.
5. No es necesariamente romántica y sexual.
6. No está condicionada por el tiempo y el espacio. Uno de los dos se puede ir cuando deba hacerlo sin romper la intimidad.
7. Intercambiamos información abiertamente.
8. Es un regalo de Dios.



La intimidad es una experiencia trascendente (me ayuda a romper mis límites, madurar, mejorar, ser yo mismo) que se expresa y llega a su plenitud en la relación con el otro.


Podemos decir que es, en primer lugar, una experiencia espiritual pero también una experiencia emocional y puede ser una experiencia física (interviene toda nuestra unidad psico-orgánica- espiritual)… Sin lo espiritual no hay intimidad. Si sólo hablamos del aspecto físico tampoco podemos hablar de intimidad (porque somos una unidad inseparable que no puede experimentar la realidad sólo desde una parte de sí, sino que toda la inteligencia sentiente interviene en captar la realidad y tener un intercambio desde nuestros dinamismos con ella, para transformarla).

La intimidad es como un árbol con raíces profundas que da magníficos frutos y tiene ramas frondosas. Es un árbol lleno de vida. Las personas que no tienen intimidad en sus relaciones viven existencias pobres, superficiales y raquíticas, algo así como los árboles que no tienen raíces profundas, ni frutos ni hojas.


La experiencia de la intimidad con el otro nos permite amarnos y amar plenamente a los demás con todas las características que tiene un verdadero amor: paciencia, perdón, entrega total, compromiso, verdad, confianza, comprensión, gozo, etc.


La intimidad con Dios (en cualquiera de las formas en que creamos en Él) redondea el círculo de nuestra felicidad, pues la meta de la intimidad como decía san Juan de la Cruz es el Todo. Él nos invita desde que llegamos a este mundo a un encuentro personal. Para llegar a esta meta hay un camino que consiste en una red de relaciones (dinamismo de la solidaridad) que se van haciendo íntimas porque el motor que las impulsa es el amor.


Un instrumento importante en el camino es la oración (desde todos los tipos de contacto con los que contemos según nuestras creencias para hablar con Él, que nos conozca y conocerlo). A través de la oración descubrimos quién es Él y quiénes somos nosotros.


Al ir creciendo en esta intimidad, Dios nos revela la Verdad. Al contemplarlo a Él nos llenamos de fe, esperanza y amor y descubrimos su plan para nuestra vida (que es nuestra felicidad a través de lo que me realiza, mueve mi afectividad, mi creatividad, me humaniza y dignifica). Cuando nos encontramos con Él nos hayamos con nosotros mismos. Cuando somos fieles a esta relación, crecemos en intimidad con Él y somos cada día más libres.


Para lograr esta intimidad se necesita paciencia y perseverancia y un clima de soledad y silencio (interioridad).



Relaciones sanas


La otra necesidad básica del ser humano son las relaciones sanas.


El hombre es un ser racional. Cuanto más nos relacionamos en la línea de la comunicación y del amor, tanto más nos realizamos como personas.


Para empezar a caminar hacia las relaciones sanas es importante reconocer que algunas de nuestras relaciones no son precisamente adecuadas, pues todos tenemos áreas enfermas en ellas.
Harriet Lerner, en su obra The dance of Intimicy, nos dice:


Una relación sana es aquella en la cual ningún miembro silencia, sacrifica o traiciona el sí mismo y en la que cada miembro expresa fuerza y vulnerabilidad, debilidad y competencia en forma equilibrada.


Tener una relación sana significa poder ser quienes somos y podemos permitirle al otro ser quien es.


En este tipo de relaciones “yo” puedo ser “yo”, “tú” puedes ser “tú” y “nosotros” podemos ser “nosotros”.


Las relaciones sanas nos permiten crecer y madurar y nos dejan libres para ser nosotros mismos. No nos sentimos juzgados por el otro ni en peligro de perder la relación. No tememos cometer errores y ser vulnerables. Le damos al otro la misma libertad que nosotros queremos tener y lo aceptamos tal cual es. No utilizamos nuestro amor para cambiarlo, sino para afirmarlo.
Le podemos hablar de la verdad como nosotros la percibimos y tratamos de buscar salidas y soluciones conjuntas para mejorar la relación en las áreas que lo requieran.


Las relaciones sanas no se logran fácilmente pues los modelos de relación que hemos tenido en nuestra vida han sido pobres, enfermos o no han existido. Además, las heridas de nuestra vida nos han cerrado a las relaciones, nos han hecho desconfiar o nos han llevado a relaciones codependientes (que explicaremos más adelante).

¿Cómo establecer relaciones íntimas y sanas conmigo mismo y los demás?


A continuación mostraremos algunos aspectos que podemos observar y poner en práctica para poder ir estableciendo una relación íntima y sana conmigo mismo y así poder establecer relaciones de calidad con los demás. Estos aspectos están tomados del libro “Quiero ser libre”, Capítulo 4 y se sugieren como una guía para prestar atención a nuestras necesidades y satisfacerlas.


Como mencionaron las autoras, la intimidad requiere tiempo y dedicación, por lo tanto iniciemos una aventura de descubrimiento y conquista de nosotros mismos, y así, poder estar listos a ser para los demás:


a) Despertar de la consciencia


De pronto, notamos que las cosas o la realidad no son como pensábamos que eran. Ante ello, necesitamos tomar consciencia de las cosas que han estado dormidas. Esta toma de consciencia puede darse de muy diversas maneras: desde el aceptar que “estoy agotado” y “ya no puedo vivir así un día más”, hasta el acudir a un grupo de autoayuda, en donde empezamos a cuestionarnos qué nos pasa. A veces, es a través de la lectura de un libro, o del testimonio de alguna persona que ha podido salir de esa situación. Cuando nos damos cuenta de que algo está mal, experimentamos confusión, miedo, entusiasmo, excitación, tristeza, aletargamiento, mayor coraje. Todo esto significa por lo menos, que sentimos. Empezamos a ponernos en contacto con lo que sentimos realmente; esto asusta mucho a algunas personas que, al experimentarlo, tienen la tendencia a retornar a ignorar la situación, a sus sentimientos y “hacer como que nada pasa”.


b) Enfrentar ciertos asuntos esenciales


A continuación se presentan los más comunes, dependerá de cada persona determinar cuáles son los suyos y en qué orden empezar a trabajar con ellos:


Control: Es la necesidad de controlar la conducta de otro, la propia o alguna otra cosa. Como finalmente sabemos que no podemos controlar la vida, mientras más tratamos de controlar, más fuera de control nos sentimos y más obsesionados estamos en controlar. La sabiduría nos enseña que el dolor es parte de la vida, y que lo mejor que podemos hacer en aceptarlo y darnos cuenta de que no podemos controlar nada. Así, descubrimos que una de las acciones más poderosas y más sanadoras que podemos realizar, es entregar a Dios (o al ser superior en el que tú creas) nuestra necesidad de controlar. Esto libera y disminuye el “sufrimiento” que el controlar o el no controlar trae consigo. Al hablar de sometimiento y entrega, no lo hacemos con un sentido de derrota, sino con la convicción de que el que se somete, gana la batalla de intentar estar en el control (Whitfield, 1985). Esto no se logra de una vez por todas: es un proceso que aparece en nuestra vida constantemente. Cuando entregamos nuestra necesidad de control, empezamos a descubrir nuestro ser real y a sentirnos más vivos.


Pensamiento de todo o nada: Es una manera extremista de pensar. Es la incapacidad para ver los matices de las cosas. Es cuando amamos a alguien o lo odiamos. No podemos permanecer en relaciones intermedias. Las personas a nuestro alrededor son buenas o malas, no tenemos la posibilidad de verla como realmente son. Todo esto podemos hacerlo con nosotros mismos también, juzgándonos muy duramente. Mientras más nos enfrascamos en este tipo de pensamiento, más caemos en conductas extremistas sufriendo innecesariamente. Al mismo tiempo, tendemos a rodearnos de personas que piensan de esa misma manera, y por lo tanto se nos dificulta más salir del círculo vicioso. Este tipo de actitud impide el desarrollo del dinamismo de la creatividad, ya que no nos deja alcanzar la maduración adecuada en cada etapa de la vida. Tenemos que aprender que las cosas no son todo o nada, esto o aquello, sino que hay muchas opciones, matices y posibilidades.


Superresponsabilidad: Estar muy ocupado ayuda a evitar los sentimientos dolorosos como el miedo, el coraje y el sentirse lastimados. También proporciona la idea de que se está en control de las situaciones. Es muy importante aprender a decir no, cuando te quieren cargar el trabajo, de responsabilidades que no te corresponden o que no puedes o no quiere tomar y a las que antes hubieras dicho que sí, aunque por dentro te sintieras lleno de coraje. Por las mismas razones que unas personas se vuelven superresponsables, otras se tornan irresponsables. Son pasivas y se sienten víctimas de todo el mundo. También necesitan trabajar sobre tales problemas.


Descuido de las necesidades propias: Descuidar u desconocer las necesidades propias está íntimamente ligado con la superresponsabilidad. Ambas son partes de un sí mismo falso. Podemos empezar a revisar cuáles son nuestras necesidades y quiénes pueden satisfacerlas de una manera sana.


Las necesidades para el buen desarrollo pueden ser:


Ser abrazado, acariciado apapachado, Atención, Guía (en forma de consejo, asistencia o cualquier otra ayuda verbal o no verbal que te ayude a adquirir habilidades sociales apropiadas), Ser escuchado, Ser tú mismo, Participar, Ser aceptado (tomado en serio, libre de ser tu mismo, tolerante a tus sentimientos, respetuoso contigo mismo), Oportunidad de llorar las pérdidas y de crecer, Apoyo, Lealtad y Confianza, Sensación de haber logrado cosas por ti mismo, Trascendencia de lo ordinario, Sexualidad (sentirte bien contigo como hombre o mujer y la capacidad de disfrutar la propia identidad sexual), Diversión (reír, practicar algún deporte o pasatiempo, descansar, soñar despierto concentrarte en algún proyecto importante para ti), Libertad para animarte a tomar decisiones y ser responsable (ser espontaneo no impulsivo), Educación (que te da la capacidad de irte independizando por las nuevas habilidades y conocimientos que adquieres) y Amor Incondicional (ser amado independientemente de la dignidad de tus actos, de lo correcto o incorrecto que hagas).


Al ver esta parte de nuestra manera de vivir, descubriremos que nosotros somos los primeros que podemos satisfacer esas necesidades (la felicidad es autodependiente).


Tolerancia a las conductas inapropiadas: Este tipo de conducta son los abusos de todo tipo: verbal, físico, sexual, emocional, etc. Lo más duro de todo esto es que las personas maltratadas y degradadas siguen aceptando estas conductas que acaban con el resto de su autoestima; esas personas se sienten indignas, destruidas, muchas veces quieren morir y no saben cómo poner un alto a estas conductas. Es necesario el apoyo y la retroalimentación de personas que nos muestren lo que es saludable y apropiado.


Contacto con los sentimientos


Conocer nuestros sentimientos y trabajar con ellos constructivamente es algo crucial. Podemos hablar de ellos con personas seguras. No necesitamos saber gran cosa acerca de los sentimientos, sólo que son importantes para nuestra salud y que podemos hablar de ellos.


Nuestros sentimientos son nuestra reacción al mundo que nos rodea, la forma en que sentimos que estamos vivos (aprehensión de la realidad). Si no tenemos consciencia de nuestros sentimientos, no tenemos consciencia real de estar vivos. Ellos resumen nuestra experiencia y nos dicen si ésta nos hace sentir bien o mal (aprehensión- logos- razón). Son una gran conexión con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea (por eso estamos hiperformalizados a diferencia de los animales).


Darnos cuenta de nuestros sentimientos nos da muchas ventajas. Nos cuidan y nos aseguran; actúan como indicadores y nos dan la sensación de que estamos vivos. Nuestro sí mismo real siente gozo y felicidad, y lo expresa con gente adecuada. Nuestros sentimientos deben trabajar en armonía con nuestra voluntad e inteligencia, para ayudarnos a crecer y a vivir. Si los negamos, los distorsionamos, reprimimos o suprimimos, sólo bloqueamos el flujo natural de ellos.
Los sentimientos bloqueados sólo crean tensión y enfermedad, pero si los experimentamos, aceptamos, compartimos y luego los dejamos ir, nos hacemos más saludables y capaces de experimentar la serenidad o paz interior que debe ser nuestra condición natural. Sacamos un sentimiento doloroso sintiéndolo y dejándolo ir.

Dificultad para resolver conflictos


Nuestro crecimiento se lleva a cabo reconociendo conflicto tras conflicto y tratando de resolverlos, no evitándolos a toda costa. Muchas veces el miedo y otros sentimientos dolorosos que nos vienen cuando nos acercamos al conflicto, hacen que prefiramos volver a negarlos o ignorarlos antes de sentir el dolor y enfrentar el problema.


Para resolver los conflictos necesitamos, primero, reconocer que existen; entonces, si nos sentimos seguros, podremos tomar el riesgo de abrir nuestras preocupaciones, sentimientos y necesidades ante otros. Enfrentando los problemas, aprendemos cada vez más a identificar conflictos pasados y presentes, según van ocurriendo en lugar de estar confundidos por el hecho de no ir atendiendo uno por uno y dejar que se nos acumulen.


Dificultad para hablar de los problemas


Cuando empezamos a sanar, podemos hablar, desde el fondo del corazón, de experiencias y miedos de los que antes no habíamos hablado con nadie. Cuando compartimos nuestros sentimientos, preocupaciones, confusiones y conflictos, con alguien que nos entiende, reconstruimos nuestra historia. Aunque es útil para los que nos escuchan oír nuestra historia, para quienes es más útil escucharla es para nosotros mismos. No importa cuál sea el tema o el aspecto de nuestra vida sobre el cual vamos a trabajar, hablar acerca de él con las personas adecuadas nos libera de la inmensa carga que hemos llevado por años en el corazón.


Cuando contamos nuestra historia con el corazón descubrimos la verdad acerca de nosotros mismos. Y al hacerlo sanamos. A veces nuestro sí mismo falso quiere enmascarar nuestra historia o disfrazarla, por eso es importante, cuando surgen las cosas, hablarlas delante de alguien que nos conoce, pues esta persona puede ayudarnos a distinguir entre la verdad y la máscara.



Dificultad para llorar las pérdidas


Un trauma es una pérdida real o una amenaza de pérdida. Experimentamos pérdida cuando se nos priva o tenemos que vivir sin algo que hemos tenido anteriormente; algo que necesitamos, deseamos o esperamos. Hay pérdidas tan péquelas que apenas las apreciamos, sin embargo todas ellas producen dolor. A esta serie de sentimientos los llamamos proceso de duelo, aflicción o pesadumbre. Debemos permitirnos el reconocer estos sentimientos y compartirlos, para completar lo que se ha llamado trabajo de duelo y así poder quedar libres del dolor. Por supuesto que esto lleva tiempo. Mientras mayor sea la pérdida, más largo será el tiempo necesario para recuperarse.


Cuando un duelo no se completa o no se resuelve, es como si una herida se infectara debajo de la cicatriz. Cuando experimentamos un trauma o una pérdida, nos llenamos de energía negativa que necesita ser descargada, y cuando no se libera, la tensión se vuelve crónica. A veces, este estado no puede ser reconocido como tal, sino más bien como ansiedad constante, tensión, miedo, nerviosismo, ira, resentimiento, tristeza, sensación de vacío, confusión, culpa o como si estuviéramos dormidos y fuéramos incapaces de sentir. Se ha comprobado que cuando no vivimos el duelo en forma sana y completa, aparecen muchas enfermedades físicas, emocionales y mentales.


También es muy fácil que desarrollemos conductas hostiles hacia los demás o hacia la propia persona, produciendo en nosotros y en los que nos rodean una infelicidad crónica y una sucesión interminable de crisis.


Cuando atendemos las pérdidas y vivimos los duelos, comenzamos a sanar y también a cambiar estas conductas, liberándonos poco a poco de nuestra confusión y sufrimiento.


Es muy importante identificar cuáles han sido las pérdidas de nuestras vidas para poder vivirlas de nuevo y trabajarlas en el proceso de duelo. Debemos recorrer cada pérdida y completar las 5 etapas del proceso que señala la Dra. Elizabeth Kubler Ross como indispensables para completar el duelo: negación, coraje, negociación, depresión, y aceptación.



Baja autoestima

La baja autoestima se va formando cuando recibimos creencias, reglas y mensajes negativos que oímos de nuestros padres, de los adultos alrededor de nosotros y de otras figuras de autoridad, como los maestros. Se va generando cuando se nos dice que nuestros sentimientos y necesidades, nuestro sí mismo auténtico, nuestro “niño interior”, no son aceptables.


La autoestima sana es la experiencia interna de nuestro propio valor como personas, surge de dentro y se proyecta a los demás. Es el sentimiento de amarse y ser amado, de ser competente y útil.


Para lograr una autoestima sana es necesario el autoconocimiento, que es la capacidad de vivir con mayor consciencia y responsabilidad de mi mismo, responde a la pregunta ¿quién soy? De esta manera nos formaremos nuestro autoconcepto, que es una serie de ideas y creencias que tenemos sobre nosotros mismos. Al conocernos y formarnos una idea de nosotros podremos obtener la autoevaluación, que es la capacidad interna de evaluar las cosas como buenas para mi si me satisfacen, si son interesantes, enriquecedoras, si me hacen sentir bien y me permiten crecer y aprender. Es la capacidad de considerar las cosas como malas para mi si no me satisfacen, si carecen de interés para mi, si me hacen daño y no me permiten crecer. Responde a la pregunta ¿mi actuar es malo?... ¿bueno? Con todo lo anterior se forma el autoaceptación, que es la actitud que tenemos con respecto a nosotros mismos y el aprecio de mi propio valor. La autoaceptación es fundamental para el proceso creador de mi realidad, de mi vida. Es la condición previa al cambio. Sean cuales fueren mis defectos o imperfecciones me acepto a mí mismo sin reserva y por completo. No me condeno ni me critico. Aceptar no significa que me guste, no significa que no podamos desear cambios o mejoras, significa experimentar sin negociación que un hecho es un hecho.


Si una persona se conoce, crea su propia escala de valores, desarrolla sus capacidades, se acepta y se respeta, tendrá autoestima. “La autoestima es un silencioso respeto por uno mismo” (D.F. Elkins).


Si me autorrespeto atiendo y satisfago mis necesidades. La autoestima ayuda a mi proceso vital, mientras mejor esté en este punto seré inmune al daño que los demás me puedan hacer, contribuye a mi calidad de vida pues es la fuerza motivadora que me inspira a un comportamiento positivo para mí, ante la vida y los demás.



Dificultad para mostrar nuestro ser real


Ser auténticos es algo que contemplamos como amenazante. No obstante nuestro sí mismo auténtico, ahora aislado y escondido de nosotros, tiene un deseo y una necesidad enorme de expresarse. La manera de salir de todo esto consiste en actuar con tu ser real. El proceso comienza por contar tu propia historia de dolor a personas capaces de entender y de apoyarte. Mostrar tu sí mismo real, tu sí mismo auténtico, verdadero, con todas tus debilidades y también tus fortalezas. No podemos sanar solos. Necesitamos de otros que nos ayuden y nos acepten tal y como somos.


A través de este hablar y escuchar, empezamos a practicar en formas sencillas el amor incondicional.



Transformación


Transformar es cambiar de forma, reconstruir. Esta transformación representa el cambio de estar viviendo sin saber por qué, ni hacia dónde vamos; a vivir nuestra vida como una expresión de nuestro ser.


Transformamos nuestra consciencia, nuestra percepción de las cosas, de una realidad a otra. A través de esto crecemos y trascendemos a niveles de vida mejores, más auténticos, más pacíficos y creativos. Al mismo tiempo experimentamos mayor vitalidad, más posibilidades y opciones, también tenemos más responsabilidad para lograr que nuestra vida funcione bien.


Para lograr esto, es necesario exponer las partes vulnerables de nuestro ser, y al mismo tiempo sacar el poder que existe dentro de nosotros mismos. Tenemos que hablarlo y planear el orden y el asunto específico sobre el cual vamos a empezar a trabajar. Confiar en nuestra intuición, sentidos y percepción, las cuales son parte importante de nuestro ser verdadero.



Integración


A medida que va ocurriendo nuestra transformación, la integramos y aplicamos a nuestra vida diaria. Integrar es hacer un todo con las partes. La sanación significa lograr la plenitud, la totalidad de uno mismo. Ahora podemos aplicar todo lo aprendido a nuestra vida y lograr que trabaje para nuestro bien.


Empezamos a ser nosotros mismos, sin necesidad de disculparnos por ser quiénes somos y comenzamos a aceptar a los otros por ser lo que son; soy capaz de amarme y entonces puedo amar a los demás. Soy capaz de cubrir mis necesidades, amarme, cuidarme, por lo tanto no elegiré cosas o relaciones que me dañen, así como tampoco me permitiré dañar al otro que es igual de digno que yo.

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BIBLIOGRAFÍA:
• DE CASTILLO, M. E.; DE MAQUEO E. M. Y T. DE MARTÍNEZ BÁEZ, (2005) QUIERO SER LIBRE. VIGÉSIMAOCTAVA REIMPRESIÓN. MÉXICO, D.F., PROMEXA.
• DE CASTILLO, M. E. ET AL (2005) LIBRE DE ADICCIONES. VIGÉSIMA REIMPRESIÓN, MÉXICO, D.F., PROMEXA.






Diferencia entre emoción y sentimientos

Publicado el 2 de septiembre de 2009 por Sergio Monge





Las emociones Las emociones son un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo de la realidad.



Los sentimientos, Los sentimientos, en cambio, son la evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional frente a la realidad. Los sentimientos son conscientes o inconscientes y, sin embargo, pueden tener efecto sobre nuestras conductas.




BIBLIOGRAFÍA
http://neuromarca.com/blog/diferencia-entre-emocion-y-sentimiento/
Fuentes adicionales de este artículo: Una teoría sobre la emoción.
http://www.hiru.com/gizarte_zientziak/blog/una-teoria-sobre-la-emocion-antonio-damasio

jueves, 6 de mayo de 2010

Confrontación

El confrontar a las personas, es una de las experiencias más eficaces en las interacciones humanas. Sin embargo, es importante profundizar en el tema pues así como puede ayudar al crecimiento y fortalecimiento de las personas implicadas o la relación, puede provocar la destrucción de las mismas. Quizá por su fuerza, la confrontación se ha "desprestigiado", pues de ser mal manejada puede tener resultados negativos, al convertirla en una oportunidad de criticar o dejar al descubierto los sentimientos de las personas, provocando un posible perjuicio en ellas. Estos ejemplos representan falsas ideas preconcebidas del significado y del propósito de la confrontación en grupos de crecimiento. La Confrontación no siempre tiene resultados negativos. Por ejemplo, puede ser positivo y dirigido hacia el fortalecimiento de los demás o estimular el cambio.



Objetivos de la confrontación:



I. Enfrentar la conducta de los demás de manera constructiva.



II. Fomentar el dar y recibir retroalimentación o revire entre los involucrados.



III. Descubrir los sentimientos involucrados en el proceso de dar y recibir retroalimentación, es decir, conocerse mejor a uno mismo en situaciones de posible incomodidad interna.



En una confrontación hay dos partes:



El confrontante y el confrontado.



Es muy importante saber que el confrontante siempre habla a partir de lo que él es, por lo cual es muy probable que la debilidad o defecto de la persona que se está confrontando sea en realidad una proyección del confrontante. Esto sucede por un mecanismo de defensa (funcionan de manera inconsciente) llamado proyección, en donde vemos las partes que no aceptamos y no nos gustan de nuestra personalidad reflejadas en el otro. Por ejemplo: He sido víctima de bullying y no he sabido poner límites a los compañeros que me molestan. Observo que a alguien molesta a mi hermano pequeño, por lo que mi reacción es “confrontarlo” hablando con él diciéndole que no se deje, que tiene que aprender a poner límites y lograr que todos sus compañeros sepan que lo tienen que respetar. Es posible que mi hermano pequeño solamente haya estado jugando y no tenga problemas poniendo límites a los demás, y en realidad proyecté mis propios miedos en él y en su situación. Es decir, el problema era mío más que de él.



A lo anterior se le llama mecanismo de proyección, por lo que antes de confrontar a la otra persona debo analizar en mi interior el por qué me molesta tanto ese detalle del otro, y al confrontar debo estar también abierto a recibir revires o retroalimentaciones.



La confrontación debe llevarse a cabo en un ambiente de respeto y nunca hacerlo con el fin de lastimar a la otra persona o acrecentar mi orgullo.



El confrontado está invitado a tener una actitud abierta ante la confrontación o retroalimentación que le hacen, ya que le hablarán de aspectos que pueden ser incómodos para él mismo y es común que responda protegiéndose y defendiéndose (lo cual no le ayudará a su crecimiento); o puede escuchar, valorar si lo que le están diciendo es real y decidir tomar en cuenta la retroalimentación o no, de acuerdo a la valoración que ha hecho de sí mismo frente a esta confrontación.





Las personas escuchan verdaderamente cuando están listas para recibir el aprendizaje y cambiar lo necesario en su conducta para ser un mejor humano.




SUGERENCIAS QUE INVITEN AL CONFRONTADO.



Probablemente el confrontado obtendrá más provecho de una confrontación sí él:



a. Lo acepta como una invitación a explorarse a sí mismo.



b. Está dispuesto a descubrir cómo es percibido por los demás.



c. Esta dispuesto a tolerar la desorganización temporal que pueda resultar de la confrontación.



d. Responde acorde a la confrontación, en lugar de responder de una manera estereotipada, tal como aceptar todas las confrontaciones como verdaderas o considerarlas siempre opiniones inválidas.




La confrontación destructiva




Cuando se cae en una dinámica de "confrontar todos los días" (relaciones codependientes o neuróticas), lo mejor es dejar de lado la confrontación para que no sea destructiva y solamente poner límites a la otra persona (con amor, respeto y firmeza) para que entienda que no puede lastimarnos ni estamos dispuestos a permitirlo.




Lo que se busca en la confrontación, como ya se mencionó antes, es el fortalecimiento del otro y la formación de un ambiente sano y apto para el crecimiento y disfrute de los involucrados.





La confrontación es un arma de dos filos, puede construir o destruir al otro y/o a la relación, por lo que es muy importante ser asertivos, sinceros, decir las cosas completas, claras y de frente y sin lastimar al otro.

miércoles, 28 de abril de 2010

TAREA 1 SOBRE EL PERDÓN

TAREA 1 PARA LA SEMANA DEL 11 AL 14 DE MAYO



Leer y responder a cada una de las siguientes preguntas:








lunes, 26 de abril de 2010

Sesión 12: Perdón y Reconciliación

EL PERDÓN
Por: Raquel Levinstein

INTRODUCCIÓN

Siempre se habla de perdonar para no estar atado e inmovilizado en las redes del resentimiento, sin embargo muy pocos saben cómo hacerlo. Para esto hay que conocer las leyes de la mente y la influencia que ejerce tanto el resentimiento como el perdón sobre los estados mentales, así como la influencia de la mente ejerce sobre la realidad exterior.
Recordando la frase “la verdad os hará libres” sabemos que sólo con la verdad es posible aspirar a la genuina libertad, la que surge de tu interior. Al entender y conocer cómo se genera el resentimiento, encontramos las pautas para dejar de resentir.


JUSTIFICACIÓN

Vamos a revisar varios conceptos y así intentar entender cómo funcionamos los seres humanos y qué es lo que hacen el resentimiento y el perdón en nosotros:

Hay una relación muy estrecha entre 4 aspectos:

• las emociones
• los sentimientos
• los pensamientos
• la realidad exterior de cada persona.

Es decir, la calidad de tus emociones y sentimientos influye en la calidad de tus pensamientos. Y es a través de tus pensamientos que estás construyendo constantemente tu realidad exterior y tu entorno material, lo cual sucede también de manera inversa. El resentimiento y el perdón tienen un efecto directo en tus emociones y sentimientos, y de esta manera afectan, ya sea positiva o negativamente, a tus pensamientos y a tu realidad exterior.

Los seres humanos nos somos esclavos, somos creadores. Cuando vivimos instalados en las redes del resentimiento y no creamos, destruimos: Tú eres constructor o destructor de tu propia vida, y el resentimiento o el perdón van a teñir de un color diferente la arquitectura de tu diario vivir.

Jesús dijo “Por tus palabras serás castigado o premiado, pero no por lo que tus labios digan, sino por lo que tu corazón siente”. Si tus pensamientos son de odio, resentimiento o desamor, tus pensamientos, tus obras y tu vida, en general, serán de infierno, caos y destrucción. Si inyectas un poco de amor, de perdón en tu corazón, tus pensamientos y tus acciones serán de vida, de construcción y tendrán un sentido supremo que te impulsará a la humanización.

La pregunta es ¿Cómo se perdona?


ENERGIA POSITIVA Y NEGATIVA

Las emociones y sentimientos (positivos y negativos) son energía, por lo que pueden ser agradables o desagradables, pero no significa que sean buenos ni malos, solamente depende del uso que se les dé. De la misma manera en que cualquiera de nosotros diría que el fuego es bueno, pero una persona que haya tenido una experiencia traumática con el fuego puede decir que es mala.

El ayer, cuando volteas hacia él para aprender de tus errores, es tu mejor universidad, sin embargo si volteas para contaminar el hoy, es tu peor enemigo y se llama resentimiento.

Esta energía negativa de la mente que no es mala cuando la sabes utilizar, pues te permite aprender de ella, de tu pasado y tus errores, es la que hace posible comparar el avance y los logros de hoy. En cambio el resentimiento no tiene perspectiva, no sabe si ha avanzado o no porque no discrimina tiempo, simplemente te hace re-sentir el ayer.


ENERGÍA NEGATIVA

La energía negativa, en cualquier nivel que se manifieste en la naturaleza, contiene tendencias destructivas, caóticas, que impulsan hacia la destrucción y la muerte. Esta energía actúa en tu mente e influye en que tus emociones, tus sentimientos y tus pensamientos sean caóticos, destructivos y generan un conflicto eterno, un quiero pero no puedo, o puedo pero no quiero, un sí pero no. Esta energía la nutre el desamor y genera un gran miedo, angustia e inseguridad, tanto así que te invita a callar lo que quieres gritar y a esconderte tras mil máscaras. Vivir alentados por esa energía negativa destructiva de nuestra propia mente es existir, pero no vivir. Aquí caminas siempre sin encontrar, con las manos vacías y el corazón seco. De lo que pretendes escapar te atrapa con cadenas y candados.

Vamos a ver cómo funciona esta energía negativa en la mente:

1.- Vives contra tu propia corriente, dándole la espalda al sol y perdiendo lo que más buscamos y que por derecho nos corresponde. Buscamos amor y encontramos desamor, buscamos compañía y encontramos soledad, buscamos dinero y encontramos deudas. Esta energía es egocéntrica pues solamente piensas en ti, lo que genera una gran tensión y una gran desconfianza.
2.- Pero igualmente, como sucede con todas las energías, llega un momento en que viene otro caudal de pensamientos como olas incesantes que te armonizan aunque sea temporalmente. Es cuando dices que el lunes comienzas, que vas a volver a empezar, etc. Estos son impulsos contrarios a la destrucción.

3.- Luego vienen otros movimientos como olas que te hacen pensar que estás bien, que te elevan y crees que no hay nadie como tú, que tu vida es un paraíso y tu hoy es inmejorable. Te olvidas del dolor y del sufrimiento ajeno, te olvidas que formas parte de un todo universal y vuelves a caer en tu egoísmo.

4.- Como esto es dinámico, hay otra ola que te impulsa hacia la caída y no te explicas por qué. Y de esta manera el ciclo se repite constantemente.

Es precisamente por ignorancia, inconsciencia de la dinámica de la mente, en la cual existe un continuo movimiento como las olas del mar, donde las olas que se elevan tienden a bajar. Es necesario hacer un enfrentamiento genuino con nuestras emociones y nuestros sentimientos, pues como vimos anteriormente, no es suficiente con un poco de motivación y pensamientos positivos.

Así funciona la mente cuando está regida por las leyes del desamor que es la energía negativa que nos pone en contacto con nuestra realidad material y con nuestro ayer. Es como un mar alterado, ya sea de marea tranquila o caótica, pero siempre conflictiva cuando esta regida por el resentimiento.


ENERGÍA POSITIVA

Sin embargo, cuando logramos entrar en las profundidades de nuestro ser, al igual que en las profundidades del mar, existe una corriente que nos mueve lentamente, pero no es caótica ni conflictiva, sino tranquila y armoniosa. Jesús lo decía cuando hablaba del Reino de los Cielos, un Reino que no es de este mundo. El Reino de los Cielos que Cristo anunciaba se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, en lo profundo de nuestro ser. Vivir ahí es vivir la fuerza que mueve al mundo.

La energía positiva no solo son pensamientos positivos sino sobre todo amor genuino y verdadero. Es importante aprender a sentir el amor de la vida que fluye en nosotros. Aprender a amarnos a nosotros mismos, amar a Dios y todas las oportunidades que nos brinda cada día, amar a nuestros semejantes, a todo lo que te rodea y de manera muy especial a nosotros mismos, lo cual se logra a través de conocer nuestra vida interior.

Cuando vives en el amor la contradicción de la mente se detiene, dejas de sentir culpa y entiendes a los demás.

¿PERO CÓMO DEJO DE RESENTIR?

Resentimiento, como su nombre lo indica es volver a sentir. Es decir, traer el pasado al día de hoy. El resentimiento no puede vivir el hoy, pues vive en el ayer. Se nutre del pasado, contamina tu hoy y te angustia por el mañana.
¿Por qué el resentimiento genera infierno? Porque te impide aprender de las experiencias, que es lo único que tenemos para evolucionar como seres humanos. Una persona resentida jamás puede evolucionar; se queda anclada en ese ayer que contamina, que duele y que lastima.

El resentimiento es para el alma lo que el agua de mar es para la sed.

Si ya has decidido que no vale la pena, no tanto por la magnitud del daño que te hayan hecho, sino porque tú mereces ser libre y ser feliz, entonces has dado un gran paso. Date cuenta que nada, por grave que sea, puede hacerte esclavo para siempre cuando tomas la decisión de que no sea así.

El resentimiento no puede vivir en el hoy. El primer paso es vivir en el hoy. Solo por hoy me propongo ser feliz, solo por hoy veo lo bueno, el ayer es solo aprendizaje pero y ya nunca más me tortura. En este momento hay algo en el alma que se acomoda. Te das cuenta que si has llegado hasta tu hoy es porque eres alguien especial. Al vivir tu hoy te pones cara a cara con la vida y con Dios.

Hay otro camino para liberarte del resentimiento: El amor y el desamor se transmiten desde la concepción a lo largo de toda nuestra vida. Trata de ver las circunstancias de la persona que te lastimó, sus recursos, su desamor y que te preguntes honestamente qué hubieras hecho en su lugar. Es importante hacer esto con empatía, pensando como él y no como tú. Es probable que siendo honestos contestemos “seguramente lo mismo y, tal vez peor.”

Esto es darnos cuenta que como seres humanos venimos repitiendo los errores que aprendimos de manera inconsciente. Somos repetidores de desamor. Entonces la respuesta a la pregunta de ¿qué es perdonar? se responde a sí misma: Perdonar es darme cuenta de que ni siquiera había una razón para perdonar, porque yo, en su lugar, hubiera hecho lo mismo, o tal vez algo peor.

Si aún no puedes perdonar: Piensa en Cristo en la Cruz, cuando ningún dolor le era indiferente, y sus últimas palabras fueron “Padre perdónales, porque no saben lo que hacen”.

Hoy nos damos cuenta que quien vive en la inconsciencia no se da cuenta de lo que hace. Cualquiera de nosotros podríamos haber sido quien le atravesara el corazón con la lanza. Día a día atravesamos su corazón.


FALSOS PERDONES

Perdonar, sin olvidar, definitivamente no es perdonar. “Ya estás en Alcohólicos Anónimos, ¿qué no te acuerdas de todo lo que hiciste? Sí, ahora eres muy bueno, pero acuérdate de todo lo que hiciste ayer”

Ese perdón no es perdón, y solo significa almacenar resentimiento, odio, desamor, para sacarlo ante la más mínima oportunidad como puñal que lastima. Es saber que tienes a alguien, como se dice vulgarmente, agarrado del pescuezo. Es querer dominar, sobajar a los demás.

Hay otro tipo de perdón: como si estuvieras entronizado. Como concediendo un favor. Esto es hacer más grande la venda del autoengaño, olvidando que no solamente has sido víctima, sino también victimario. Quien perdona así se ha engolosinado haciendo sentir mal a los demás, con un aire de superioridad que no logra ocultar el miedo y la inseguridad.


¿SI PERDONO A ALGUIEN QUE ME HA HECHO MUCHO DAÑO ME SEGUIRÁ HACIENDO DAÑO?

Perdonar es liberar nuestra alma del resentimiento, entender al otro y decidirnos a vivir nuestro hoy y lo que la vida nos regala cada día. Es importante diferenciar el perdón del hecho de saber poner límites a nuestros semejantes y a nosotros mismos para que el círculo vicioso del desamor se interrumpa. Son dos cosas distintas e importantes de saber utilizar para abrir un espacio de amor en nuestro interior.

Bibliografía:

- LEVINSTEIN, Raquel, “El Infierno del Resentimiento y la Magia del Perdón”, Editorial Panorama, México, Vigésima séptima reimpresión, 2006.

jueves, 25 de marzo de 2010

Sesión 11: La Esperanza

¿QUÉ ES LA ESPERANZA?

La esperanza no es una simple disposición anímica o una cuestión de carácter que defina sólo a las personas de “naturaleza optimista” y esté ausente de personas con tendencia al pesimismo. Como ha demostrado el filósofo alemán Ernst Bloch en su obra El principio esperanza (verdadera enciclopedia de utopías), la esperanza es una determinación fundamental de la estructura del mundo, un principio siempre presente y actuante en la realidad objetiva, y un rasgo constitutivo del ser humano. Principio-esperanza: he aquí la noción central de la filosofía de la esperanza que voy a intentar explicitar a continuación.
El determinismo mecanicista entiende la materia como un simple foso de sustancias químicas e identifica la realidad con lo dado aquí y ahora. La realidad tiene pasado y presente, pero no futuro. Se ubica en el terreno de los hechos, de lo “contante y sonante”; se mueve a ras del suelo sin lograr levantar nunca el vuelo. Sólo considera real y verdadero lo que puede verificarse empíricamente. Lo demás o no existe o no es verdadero. El único lenguaje válido para el determinismo mecanicista es el descriptivo. En esta visión de las cosas, la realidad es más importante que la posibilidad; más aún, ésta queda excluida del horizonte de aquélla.
Sin embargo, para la filosofía de la esperanza, la materia es creadora y activa; la realidad no se reduce a algo inmóvil, sólido, simple, inerte, pasivo; tiene carácter abierto y dinámico. En la realidad no sólo hay presencia, sino también – y de manera preferente- posibilidad. La realidad no es un calco de lo ya acontecido ni el resultado matemático de la suma de lo pasados y presentes. Tampoco debe entenderse como un circuito cerrado de comunicación con el exterior. Se nos presenta, más bien, como un espacio abierto sin límites, de un torrente de agua sin compuertas. Se parece más a una caja de sorpresas que al eterno retorno de lo mismo. Su principal característica es la novedad, no la repetición. Diría más.
Lo real está en proceso o, mejor, es proceso: está siempre en marcha, en permanente construcción, en ininterrumpida creación. En dicho proceso puede suceder todo, nada está decidido de antemano. Por lo mismo, los hechos no son fenómenos aislados e irreversibles, sino momentos de un proceso que discurre con fluidez, aunque no siempre en línea recta sino, con frecuencia, en zig-zag, con avances y retrocesos.
Conforme a esta filosofía de la realidad, no vale decir “las cosas son como son”, pues pueden- y deben ser- de otra manera.
El mundo no se encuentra terminado ni mecánicamente determinado. Ni siquiera las cosmologías y cosmovisiones que consideran el mundo como creación de Dios o de los dioses tienen una idea determinista de él. En el mundo – afirma Bloch- “se dan posibilidades objetivas…, ocurren cosas verdaderamente nuevas. Cosas que verosímilmente aún no le habían ocurrido a ninguna realidad… hay condicionamientos que nosotros no conocemos aún, o que ni siquiera existen por ahora. Vivimos rodeados de la posibilidad, no sólo de la presencia. En la prisión de la mera presencia ni siquiera podríamos movernos o respirar”.

martes, 16 de marzo de 2010

Sesión 10: El camino de la felicidad

El Camino de la Felicidad

Una tarde, hace muchísimo tiempo-
Dios convocó a una reunión.
Estaba invitado un ejemplar de
Cada especie.
Una vez reunidos, y después de
Escuchar muchas quejas, Dios
Soltó una sencilla pregunta: “¿En-
tonces, qué te gustaría ser?”; a la
que cada uno respondió sin tapu-
jos y a corazón abierto:
la jirafa dijo que le gustaría
ser un oso panda.
El elefante pidió ser mosquito.
El águila, serpiente.
La liebre quiso ser tortuga, y la Tortuga, golondrina.
El león rogó ser gato.
La nutria, carpincho.
El caballo, orquídea.
Y la ballena solicitó permiso
Para ser zorzal…
Le llegó el turno al hombre,
Quien casualmente venía de reco-
rrer el camino de la verdad, hizo
Una pausa y esclarecido exclamó:
“señor, yo quisiera ser…feliz”

Vivi García, “Me gustaría ser”.


La felicidad es un tema tan profundo y tan necesitado de estudio como lo son la dificultad de comunicación, la postura frente al amor o la muerte y la identidad religiosa.

El comienzo

En su libro El hombre en busca del sentido, el doctor Victor Frankl –quien sobrevivió a los campos de concentración nazis—nos dice que si bien sus captores controlaban todos los aspectos de la vida de los reclusos, incluyendo si habrían de vivir, morir de inanición, ser torturados o enviados a los hornos crematorios, había algo que los nazis no podían controlar: cómo reaccionaba el recluso a todo esto. Frankl dice que de esta reacción dependía en gran medida la misma supervivencia.

Las personas son idénticamente diferentes; es decir, todas tienen dificultades y facilidades, pero la correspondencia es dispar: lo que para algunos es sencillísimo para otros es sumamente difícil y viceversa. Habrá quienes toquen el piano mejor y aprendan más rápido y otros que lo hagan peor… pero todos seguramente, con algunas instrucciones y disciplina, podemos llegar a tocar el piano mejor de lo que lo hacemos ahora. Exactamente lo mismo sucede en el caso de la felicidad:
Todos, seguramente, podemos entrenarnos para ser más felices.

No encuentro una relación forzosa entre las circunstancias de la vida de la gente y su nivel de felicidad. Si las circunstancias externas determinaran per se la felicidad, se trataría de un tema sencillo y no de un tema complejo; es decir, bastaría conocer las circunstancias externas de una persona para saber si es feliz.

Podríamos jugar a predecir la felicidad de acuerdo con dos sencillas evaluaciones:

Si a la persona le pasan cosas buenas= es feliz
Si a la persona le pasan cosas malas= es infeliz

De donde se podría llegar a la conclusión de que ser feliz es un tema de distribución azarosa. Una deducción falsa e infantil o, peor todavía, diseñada para esquivar responsabilidades.

La búsqueda de la felicidad no sólo es un objetivo exclusivamente humano, sino que además es uno de nuestros rasgos distintivos.

Todos los hombres y mujeres del planeta deseamos ser felices, trabajamos para ello, y tenemos derecho a conseguirlo.

Quizá más aún, estamos obligados a ir en pos de esa búsqueda.
El factor F

Un sacerdote decía siempre a sus feligreses que ser desdichado es más fácil, mucho más fácil que ser feliz.

“Cuando me siento desdichado –aclaraba—me digo que estoy tomando la salida más sencilla, que estoy dejando que algunos hechos me alejen de Dios”.
“La felicidad –explicaba--- es algo por lo que debemos trabajar y no un mero sentimiento resultado de que nos ocurra algo bueno”.

No puedo opinar sobre su planteamiento teologal, pero coincido en su propuesta de que ser o no felices parece depender mucho más de nosotros mismos que de los hechos externos.

Intentare mostrar que cada uno es portador del principal – aunque no único—determinante de su nivel de felicidad. Un factor variable de individuo en individuo, y cambiante en diferentes etapas de una misma persona, al que voy a llamar, caprichosamente, “factor F”.

Aun a riesgo de simplificarlo demasiado, lo defino básicamente como la suma de tres elementos principales:

Cierto grado de control y conciencia del intercambio entre nosotros y el entorno. No puedo ser feliz si no me doy por enterado de mi activa participación en todo lo que me pasa.

el desarrollo de una actitud mental que nos permita evitar el desaliento. No puedo ser feliz si siempre renuncio al camino ante la primera dificultad.

El trabajo para alcanzar sabiduría. No puedo ser feliz si me refugio en la ignorancia de los que ni siquiera quieren saber que no saben.

Este libro se centra más en la idea de la felicidad como actitud vital que en el análisis de la emoción subyacente.

Y me parece importante aclara esto de entrada, cuando escucho que la mayoría de las personas hablan de la felicidad como si fuera un sinónimo de estar alegre, y yo estoy seguro de que no es axial.

¿Qué es la felicidad?

La felicidad, cualquiera que sea nuestra definición, tiene que ver con una postura de compromiso incondicional con la propia vida.

Un compromiso con la búsqueda única, personal e intransferible del propio camino. Tan personal e intransferible como la felicidad misma.

Puedo compartir lo que tengo…
Puedo contarte lo que siento…
Puedo dedicarte lo que hago…
Pero no puedo compartir mi felicidad… y No puedo… aunque me duela…
hacerte feliz.

FELICIDAD/BIENESTAR

La felicidad verdadera nace del bien que hacemos y del bien que recibimos.

El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar. Sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la insignificancia, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.

Otra de las controversias en torno a este tema es dónde buscar la felicidad, si en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones internas.

La felicidad incluye alegría, pero también otras muchas emociones, algunas de las cuales no son necesariamente positivas (compromiso, lucha, reto, incluso dolor).

Es la motivación, la actividad dirigida a algo, el deseo de ello, su búsqueda, y no el logro o la satisfacción de los deseos, lo que produce en las personas sentimientos positivos más profundos.
El gozo permite experimentar la felicidad.

Muy pocos de nosotros disfrutamos plenamente de algo. Es muy pequeño el júbilo que nos despierta la visión de una puesta de sol, o ver una persona atractiva, o a un pájaro en el vuelo, o un árbol hermoso, o una bella danza. No disfrutamos verdaderamente de nada. Miramos algo, ello nos entretiene o nos excita, tenemos una sensación que llamamos gozo. Pero el disfrute pleno de algo es mucho más profundo, y esto debe ser investigado y comprendido.

Para conocer el verdadero gozo, uno debe ir mucho más profundo. El júbilo no es mera sensación. Requiere una mente extraordinariamente alerta. Debemos comprender esto tan extraordinario, de lo contrario, la vida se vuelve muy trivial, superficial y mezquina: nacer, aprender unas cuantas cosas, sufrir, engendrar hijos, asumir responsabilidades, ganar dinero, tener un poco de entretenimiento intelectual y después morirse.

¿Qué es la alegría?

Es la manifestación del gozo que se experimenta ante un bien.

Las causas de la alegría pueden ser desde un simple bienestar físico, y entonces la alegría dura lo que dura esa causa meramente natural, hasta un bienestar moral o espiritual.
Cuando nos sumimos en ese torbellino sensorial la aparente alegría dura lo que nos dura una noche de parranda, y después viene el vacío, el hastío ¡y la cruda! Los que viven este tipo de alegría están dominados por una profunda tristeza. La tristeza de no saber ser.
¿Podemos hallar la felicidad por medio de cosas?

¿Qué entendemos por felicidad (alegría)? Algunos dirán que la felicidad consiste en obtener todo lo que deseamos. Uno desea un coche, lo obtiene y es feliz. Deseamos cosas, el logro, el éxito, llegar a ser virtuosos... y si lo conseguimos somos felices y si no las conseguimos somos desdichados. Así, lo que muchos llaman felicidad es obtener lo que desean.

Buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos e ideas, a través de la relación. Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las cosas, la relación y las ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia, el nombre, adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a través de un medio; de esa manera, el medio destruye al fin.
¿Puede la felicidad hallarse a través de algún medio, de alguna cosa hecha por la mano o por la mente? ¡Es tan obvio que las cosas, las relaciones y las ideas son impermanentes, que siempre terminan por hacernos desdichados! Las cosas son impermanentes y se gastan y se pierden; la relación constituye una fricción constante, y la muerte aguarda; las ideas y las creencias carecen de solidez, de permanencia. Buscamos la felicidad en ellas, sin darnos cuenta de su impermanencia. Así es como el dolor se convierte en nuestro constante compañero.
Hay… una gran diferencia… empezando por el punto de vista meramente semántica:

No es lo mismo SER feliz que ESTAR feliz

La idea de estar feliz, relacionada con la suma de momentos de plenitud, implica un concepto de lucha: tratar de estar alegre cada vez mas tiempo, conseguir cada DIA mas buenos momentos, trabajar para buscar ese estado de goce, intentar estar contento con mas y mas frecuencia. En definitiva, saberse feliz sin perder de vista que solamente son momentos, que no se trata de serlo sino de estarlo: estar feliz- si se consigue encadenar estos momentos, sostienen algunos, se podría hasta tener la “falsa idea” de que se ES feliz, por lo menos hasta que un duro revés nos despierte a la realidad.

La idea de la felicidad como la capacidad de soportar estoicamente los momentos dolorosos, si no se puede evitarlos, pertenece también a este grupo, sosteniendo un ESTAR feliz vinculado a momentos gloriosos y plenos que uno intentaría prolongar no permitiendo que nada los interrumpa o, en un sentido mas amplio, decidiendo que dichos momentos de dolor son el precio a pagar para acceder a los otros, los momentos felices.

Aceptar que existe el concepto de ser feliz tiene punto de partida en una posición absolutamente distinta. La felicidad se constituye aquí en un estado mas o menos permanente y mas o menos divorciado de los avatares del “Mundo factico”, aunque no este bien definido por dónde y con qué se accede a ese estado.

Quienes creen que la felicidad consiste en instantes no ha podido incorporar todavía el concepto de que incluso los malos momentos forman parte de un fenómeno más general, el cual podría configurar un contexto donde sea posible ser feliz.

Encontrar lo bueno dentro de lo malo, por ejemplo, te permitiría casi con seguridad sentirte más feliz incluso en momentos difíciles.

De esto se trata, en gran medida, el “ser o no ser” felices. Se trata de qué hicimos con nuestros sueños… Por eso, la pregunta inicial es… qué hicimos, qué hacemos y qué haremos con esa búsqueda llena de esperanzas que los sueños prometieron para bien y para mal a nuestras ansias.

Si dejo que el sueño me fascine, ese sueño puede transformarse en una fantasía. La fantasía es el sueño que sueño despierto; el sueño del que soy consciente.
Si me permito probarme esa fantasía, si me la pongo como un saco y veo cómo me queda… entonces la fantasía se vuelve ilusión.

Ilusionarse es adueñarse de una fantasía… es hacer propia una imagen soñada.

La Ilusión es como una semilla: si la riego, si la cuido, si la hago crecer, quizá se transforme en deseo y se vuelve un “yo quiero”. Y cuando llego ahí… me doy cuenta de que aquello que “yo quiero” forma parte de quien soy.

El deseo adquiere sentido cuando soy capaz de transformarlo en acción.

La única heroicidad que…: el valor de ser quien uno es.

El héroe de cada uno de nosotros contiene a la persona que cada uno es y que está orgullosa de ser así.

El desafío no es ser otro. El desafío es ser uno mismo.

El rumbo es una cosa y la meta es otra.

La meta es el punto de llegada; el camino es cómo llegar: el rumbo es la dirección, el sentido.
Y el sentido es imprescindible aunque lo único que pueda aportarte sea saber dónde está el norte.

Si uno entiende la diferencia entre el rumbo y la meta, empieza a poder definir muchas cosas.
La felicidad es… la satisfacción de saberse en el camino correcto.

La felicidad es la tranquilidad interna de quien sabe hacia dónde se dirige su vida.
La felicidad es la certeza de no estar perdido.

Sin dirección no hay camino.

El tema está… en saber el rumbo… no está en saber cuán cerca estoy ni en descubrir qué tengo que hacer para llegar.

La cuestión es que aunque el afuera no me deje ver la costa, si yo sé hacia dónde voy, nunca me interesa el lugar al que llegar, sino la dirección en que avanzo.

Si la felicidad dependiera de las metas, dependería del momento de la llegada.

En cambio, si depende de encontrar el rumbo, lo único que importa es estar en camino y que ese camino sea el correcto.

En la vida, el rumbo lo marca el sentido que cada uno decida darle a su existencia.

Y la brújula se consigue contestándose una simple pregunta:

¿Para qué vivo?

No por qué, sino para qué.

No cómo, sino para qué.

No con quién, sino para qué.

No de qué, sino para qué.

La pregunta es personal. Se trata de tu vida…. Contestar con sinceridad esta pregunta es encontrar la brújula para el viaje.

Encontrar la apropia respuesta no es tan difícil. Sobre todo si me animo a no tratar de convencer a nadie. Sobre todo si me atrevo a no tomar prestados de por vida sentidos ajenos.

Encontrar el sentido de tu vida es descubrir la llave de la felicidad.

Y la respuesta a la pregunta sobre el sentido de tu vida está dentro de ti.

Los momentos gloriosos deberían servirme para definir mi rumbo, así como los momentos más infelices pueden transformarse en buenas señales para detectar todo lo que ya no tiene sentido para mí o quizá nunca lo tuvo.

Ser feliz no quiere decir necesariamente estar disfrutando, sino vivir la serenidad que me da saber que estoy en el camino correcto hacia algo que tiene sentido para mí.

Bibliografía
BUCAY, Jorge. Hojas de Ruta: El camino de la Felicidad. Edit. Oceano de México, Segunda Edición, México 2008.

lunes, 8 de marzo de 2010

Sesión 9: Dolor y Sufrimiento




Tristeza y dolor, dos compañeros saludables

A pesar de todo, creo que hay más
Que dolor en un duelo. Existe, por
Ejemplo, el valor de llegar adonde
Nunca llegaste. Y en el acto de dejar
Atrás hay algo de salir al encuentro.
Y cada adiós oculta silencioso
Una bienvenida. La existencia
Es tan sólo una mezcla extraña de
Finales y principios. Y las despedidas,
Mucho más un tema de la vida
Que de la muerte.
Y lo creo porque otros que vivieron
Lo contaron, porque otros que
Sufrieron primero crecieron después
Desde el dolor. Es por eso que sé
Que no estoy sola, que avanzo
Día y noche acompañada. Que
Hay otros que, dejando su marca
En el camino, encontraron más
Tarde… caminando, el sentido verdadero
De haberlo recorrido.

Marta Bujó, No todo es dolor



En el lenguaje de todos los días solemos equiparar el dolor con el sufrimiento, y la tristeza con la depresión.

Si buceamos en las etimologías del duelo encontraremos que aparte de su vínculo con “dolor” existen derivaciones interesantes.

Una es la que relaciona el origen con dwel, que quiere decir “batalla”, “pelea entre dos”; y que sugiere que en el proceso interno de la elaboración de una pérdida, se establece una lucha, un duelo de hegemonías entre la parte de mí que, atada a la realidad acepta la pérdida, y la que quiere retener, la que no está dispuesta a soltar lo que ya no está.

La otra derivación lingüística se vincula a dolos (origen también de nuestro término jurídico “dolo”) que quiere decir “engaño”, “estafa”, “falsedad”, y que nos lleva a pensar en el engaño de todos los que nos han ayudado a creer que podríamos conservar para siempre lo que amábamos, y que todo lo deseado podría ser eterno.

Vamos a recorrer este camino poniendo el acento en la vinculación del duelo con el dolor por lo perdido, pero no olvidemos que una guerra sucede en nuestro interior y que el bando de “los buenos” es el que quiere aceptar que lo ausente ya no está.

No olvidemos que transitamos este camino soportando la frustrada decepción de confirmar que la infantil creencia de las cosas eternas se ha estrellado contra la realidad de una muerte.

Vamos a hablar por ahora de un duelo normal, dejando el duelo patológico para más adelante.

Asociamos inevitablemente la palabra “duelo” con la muerte pero voy a repetir muchas veces en este libro que el proceso de elaboración de un duelo sucede (o mejor dicho sería bueno que sucediera) frente a cualquier pérdida, definiendo como “vivencia penosa” la situación interna frente a lo que ya no está.

Es decir, un duelo puede generarse también a partir de una acción voluntaria, como decidir mudarme o dejar a alguien, y también a partir de hechos ineludibles como el paso del tiempo, por ejemplo.

Frente a la vivencia de la pérdida el proceso de duelo se establece para poder seguir adelante en nuestro camino, para superar la ausencia. Pero en este camino que es el de las lágrimas se nos presentan también algunos senderos que nos alejan del final. Uno es un supuesto atajo otro un desvío que conduce a una vía muerta.


Tres maneras de recorrer el camino frente a la pérdida

Pero no existe más que un camino saludable, el del proceso de elaboración del duelo normal.

La negación de la pérdida es un intento de protegernos contra el dolor y contra la fantasía de sufrir. Si bien es cierto que, como veremos, una etapa normal del recorrido puede incluir un momento de negación de la realidad desagradable, lo consideramos un desvío cuando la persona se estanca en esa etapa y sigue negando la pérdida más allá de los primeros días.

La negación es una forma de fuga, un vano intento de huida de lo doloroso. Y digo vano porque la negación nos lleva al punto de partida. No resuelve nuestra pérdida, sólo la posterga y apuesta a que lo podrá hacer eternamente. El negador vive en un mundo de ficción donde lo perdido todavía no se fue, donde el muerto vive, donde lo que pasó nunca pasó. No es el mundo mágico donde todo se resolvió felizmente, sino la realidad detenida en el momento en que todo estaba por comenzar. El universo congelado un instante antes de enterarme de lo que hubiera preferido no enterarme.

El desvío hacia el sufrimiento, en cambio, es la decisión de no seguir avanzando. Es una especie de pacto con la realidad que conjuga un mayor dolor ante la posibilidad de tener que soltar lo perdido y mi deseo de no soltarlo nunca. Y entonces nos detenemos y nos apegamos a lo que se fue, instalándonos en el lugar del sufrimiento. Sufrir es hacer crónico el dolor. Es transformar un momento en un estado, es apegarse al recuerdo de lo que lloro para no dejar de llorarlo, para no olvidarlo, para no renunciar a eso, para no soltarlo aunque el precio sea mi sufrimiento, una misteriosa lealtad con los ausentes.

En este sentido el sufrimiento siempre es patológico. Es como volverse adicto al malestar, es como pretender evitar lo pero eligiendo lo peor.

El sufrimiento es racional aunque no sea inteligente, induce a la parálisis, es estruendoso, exhibicionista, quiere permanecer y necesita testigos.

El dolor en cambio es silencioso, solitario, implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos con ola carencia y con el vacío que dejó lo ausente.

El sufrimiento pregunta por qué aunque sabe que ninguna respuesta lo conformará; para el dolor, en cambio, se acabaron las preguntas.

El proceso de duelo siempre nos deja solos, impotentes, descentrados y responsables pero, sobre todo, tristes.

El dolor se conecta con un sentimiento: la tristeza. Una emoción normal y saludable, aunque displacentera porque significa extrañar lo perdido.

Aunque la tristeza puede generar una crisis, permite luego que uno vuelva a estar completo, que suceda el cambio, que la vida continúe en todo su esplendor.

La diferencia más importante entre uno y otro es que el dolor siempre tiene un final, en cambio el sufrimiento podría no terminar nunca.

La manera en que podría perpetuarse es desembocando en una enfermedad llamada comúnmente “depresión”. Por si no queda suficientemente claro, depresión no es tristeza y el uso popular indistinto es un gran error y una fuente de dañinos malos entendidos. La depresión es una enfermedad de naturaleza psicológica, que si bien incluye un trastorno del estado de ánimo, excede con mucho ese síntoma.

Partiendo del significado de “depresión” como “pozo, hundimiento, agujero, presión hacia abajo o aplastamiento” entenderemos la enfermedad como una disminución energética global que se manifiesta como falta de voluntad, ausencia de iniciativa o falta de ganas de hacer cosas, trabajos, actividades, etcétera. En la afectividad se expresa como tristeza, vacío existencial, culpa, sensación de soledad. En la mente se crea pesimismo y crecen pensamientos cada vez más dominantes de inseguridad y temor.

Hay que sumar todas las características de una enfermedad para poder diagnosticarla; quiero decir, que una persona se sienta triste, o pesimista, o insegura o se encuentre desganada no necesariamente implica que esté deprimida.

El diagnóstico de depresión es competencia del especialista y no de las evaluaciones de las revistas que empiezan en el supuesto test del estilo de: “!...Si usted sacó más de 15 puntos está deprimido!”.

Entre muchas otras cosas porque también se puede estar deprimido sin padecer ninguno de los síntomas clásicos de la depresión.

Según su causa las depresiones se suelen dividir en externas e internas.

¿Cuáles son esas causas externas? Las desilusiones afectivas, los conflictos interpersonales, la marginación o aislamiento por parte de otras personas, la jubilación, los problemas económicos, la muerte de un ser querido, un fracaso matrimonial, etcétera.

En la mayoría de estas depresiones el factor desencadenante aparece para sumarse a otros hechos del paciente, no tan circunstanciales: baja capacidad de frustración, miedos patológicos, preocupaciones prolongadas, pesimismo, tensión nerviosa, fobia social, tendencia al aislamiento y la soledad, personalidad dependiente, fuerte añoranza del pasado, rigidez de pensamiento y, por supuesto, duelo patológico.

Los deprimidos tienden a deformar sus experiencias, a malinterpretar acontecimientos tomándolos como fracasos personales. Exageran, generalizan y tienden a hacer predicciones negativas del futuro.

Conocer estas causas puede servirnos como ayuda para salir de una depresión o como prevención si no se está en ella, porque la clave para solucionar el problema se encuentra en el nivel de comprensión y de cambio en la forma de encarar estas vivencias.

Si el individuo deprimido pudiera mejorar lo que opina de sí mismo, del mundo, de sus propios pensamientos; si no olvidara practicar alguna actividad física y centrara la atención en comunicarse con personas más optimistas y escucharlas atentamente; si escuchara a Mozart, asistiera a cursos, desarrollara su creatividad e intentara ser más útil a la sociedad a la que pertenece, podríamos decir, sin duda, que ha mejorado su pronóstico y, por ende, su futuro.

Un paso más allá de la depresión está la melancolía. Ya en 1917 Freud comparaba el duelo con la melancolía, porque en ambos casos existe:

• Un estado de ánimo profundamente doloroso,
• Una cesación del interés por el mundo exterior,
• La cancelación de la capacidad de amar,
• La inhibición de todas las funciones psíquicas.

La diferencia entre ambas es que en la melancolía existe, además, una pérdida del sentimiento de sí.

Dicho de otra forma, en el duelo es el mundo el que se muestra empobrecido mientras que en la melancolía es además el propio yo del sujeto el que está vacío, devaluado, minimizado y, aun más, invadido por una visión del futuro llena de expectativas negativas. El melancólico está seguro de que su sufrimiento continuará indefinidamente.

En el duelo se puede localizar fácilmente qué es lo que se ha perdido, mientras que el melancólico ya no sabe o nunca supo lo que ha perdido, porque lo que ha perdido es su conciencia el propio yo.
De alguna manera los duelos patológicos nos conectan con lo que ocurre en la melancolía: ante la pérdida del objeto, el sujeto, en lugar de retirar la energía psíquica (líbido) depositada en el objeto desaparecido y dejarla libre para desplazarse a otro objeto, se retrotrae al yo y ahí se queda, identificándose con el objeto perdido.
Freíd dice que la angustia es la reacción ante el peligro que supone para la integridad del sujeto la pérdida del objeto, mientras que el dolor y la tristeza son la verdadera reacción ante el examen de una realidad que me priva de algo.

Cada tipo de pérdida implica experimentar algún tipo de privación y las reacciones suelen ser en varias áreas:

• Psicológicas
• Físicas
• Sociales
• Emocionales
• Espirituales

Las reacciones psicológicas pueden incluir rabia, culpa, ansiedad o miedo.
Las reacciones físicas incluyen dificultad al dormir, cambio en el apetito, quejas somáticas o enfermedades.

Las reacciones de tipo social incluyen los sentimientos experimentados al tener que cuidar de otros en la familia, el deseo de ver o no a determinados amigos o familiares, o el deseo de regresar al trabajo.

Las reacciones emocionales pueden redundar en extrañar, recordar, llorar o patalear como un niño.

Las reacciones espirituales pueden incluir el cuestionamiento de la fe, la búsqueda de nuevos referentes religiosos y el ingreso a vivencias de búsquedas mágicas de contacto con el pasado.

La respuesta cultural en el caso de la muerte de alguien, por ejemplo, es diferente en cada tiempo y en cada lugar.

Hay reglas, costumbres y rituales para enfrentar la pérdida de un ser querido, que están determinados por la sociedad y que forman parte integral de la ceremonia del duelo.

Pero, a pesar de las diferencias, en cualquier entorno el proceso de duelo normal induce a liberarse de algunos lazos con la persona fallecida, lo cual es indispensable para reintegrar al que queda al ambiente en donde la persona ya no está y construir nuevas relaciones para conseguir reajustarse a la vida normal.

Esta actividad requiere mucha energía física y emocional, y es común ver a personas que experimentan una fatiga abrumadora. Este agotamiento no debe etiquetarse de depresión porque muchas veces es una vivencia transitoria en un duelo absolutamente normal.

El resultado de afrontar el dolor

Cuesta trabajo poder soltar aquello que ya no tengo; poder desligarse y empezar a pensar en lo que sigue. De hecho esto es, para mí, el peor de los desafíos que implica ser un adulto sano, saber que puedo afrontar la pérdida de cualquier cosa.

Este es el coraje, ésta es la fortaleza de la madurez, saber que puedo afrontar todo lo que me pase, inclusive puedo afrontar la idea de que alguna vez yo mismo no voy a estar.

Quizá pueda, por el camino de entender lo transitorio de todos mis vínculos, aceptar también algunas de las cosas que son las más difíciles de aceptar, que no soy infinito, que hay un tiempo para mi paso por este lugar y por este espacio.
Cuentan que había una vez un hombre que fue a visitar a un rabino muy famoso, para hacerle una consulta religiosa.

Cuando entró en la casa vio que estaba totalmente vacía. Sólo había dos banquetas, un colchón tirado en el piso y una mesa muy rudimentaria.

El visitante hizo la consulta y después le preguntó al rabino:

- Perdón, rabino, ¿Dónde están sus muebles?
- Y el rabino le dijo:
- ¿Dónde están los tuyos?
- El hombre contestó:
- Yo no soy de esta ciudad, estoy aquí de paso.
- Yo también estoy de paso – dijo el rabino.

jueves, 18 de febrero de 2010

TAREA DINÁMICA DEL RÍO.

DESARROLLO:

1. Dibujen un río simulando su vida.


2. Identifiquen y expliquen en éste uno de los momentos en que han experimentado dolor. (Escriban lo que cada uno de ustede entienden de esa experiencia).


3. Identifiquen y expliquen en éste uno de los momentos en que han experimentado gozo. (Escriban lo que cada uno de ustede entienden de esa experiencia).


4. Identifiquen y expliquen en éste uno de los momentos en que han experimentado esperanza. (Escriban lo que cada uno de ustede entienden de esa experiencia).

Sesión 8: La Experiencia en San Ignacio

ORIENTACIÓN EDUCATIVA II
CUARTO DE BACHILLERATO
2°SEMESTRE SEMESTRE.

LA EXPERIENCIA

Para Ignacio significaba «gustar de las cosas internamente». En primer lugar esto requiere conocer hechos, conceptos y principios. Exige que uno sea sensible a las connotaciones y matices de las palabras y a los acontecimientos, que analice y valore las ideas, que razone.

Sólo con una exacta comprensión de lo que se está considerando se puede llegar a una valoración acertada de su significado. Sin embargo, la experiencia ignaciana va más allá de la comprensión puramente intelectual. Ignacio exige que «todo el hombre», - mente, corazón y voluntad -, se implique en cada una de las experiencias. Anima a utilizar tanto la experiencia, la imaginación y los sentimientos, como el entendimiento.

Las dimensiones afectivas del ser humano han de quedar tan implicadas como las cognitivas, porque si el sentimiento interno no se une al conocimiento intelectual, el aprendizaje no moverá a una persona a la acción. Por ejemplo, una cosa es saber que Dios es Padre. Pero para que esta verdad sea vida y llegue a ser efectiva, Ignacio nos hará sentir la ternura con la que el Padre de Jesús nos ama y cuida de nosotros, perdonándonos. Y esa experiencia más profunda puede hacernos caer en la cuenta de que Dios comparte su amor con todos los hermanos y hermanas de la gran familia humana. En lo profundo de nuestro ser podremos sentirnos impulsados a preocuparnos de los demás, -de sus alegrías y sus penas, sus esperanzas, sus pruebas, de su pobreza y la injusticia que padecen- y a querer hacer algo por ellos. Aquí están implicados el corazón y la cabeza, la persona en su totalidad.

Por lo tanto, usamos el término EXPERIENCIA para describir cualquier actividad en la que, junto a un acercamiento cognoscitivo a la realidad de que se trata, el hombre percibe un sentimiento de naturaleza afectiva. En cualquier experiencia, la persona percibe los datos cognitivamente. A fuerza de preguntarse, imaginar e investigar sus elementos y relaciones, el hombre estructura los datos en una hipótesis. «¿Qué es esto? ¿Se parece a lo que ya conozco? ¿Cómo funciona?» Y sin mediar una elección deliberada surge ya la reacción afectiva espontánea, por ejemplo: «Me gusta... Me da miedo... No me van este tipo de cosas... Es interesante... Me aburro...»

Por ejemplo, dentro de un salón de clase el profesor puede percibir con frecuencia cómo los sentimientos de los alumnos les ayudan a crecer. Pues es raro que un alumno experimente algo nuevo en el estudio y no lo relacione con lo que previamente conoce. Los nuevos hechos, ideas, puntos de vista, o teorías, suponen casi siempre un desafío a lo que el alumno sabe sobre el tema. Esto implica un crecimiento, una comprensión más plena, que pueden modificar o cambiar los conocimientos que uno creía poseer ya satisfactoriamente. La confrontación de un nuevo conocimiento con lo que uno ya sabe, especialmente cuando lo nuevo no encaja exactamente con lo conocido, no puede limitarse simplemente a la memorización o asimilación pasiva de datos adicionales. El alumno se inquieta al darse cuenta de que no entiende las cosas plenamente. Y esto le empuja a nuevos intentos para comprender mejor, -análisis, comparaciones, contrastes, síntesis, evaluación-, todo tipo de actividades mentales y psicomotrices, en las que los estudiantes están atentos a captar la realidad más profundamente.

La experiencia humana puede ser directa o indirecta:

- Directa

Una cosa es leer en el periódico que un huracán ha arrasado las ciudades costeras de Puerto Rico. Se conocen quizás los hechos: la velocidad del viento, la dirección, el número de víctimas mortales y heridos, la extensión y localización de los daños materiales. Pero ese conocimiento meramente intelectual, puede dejar al lector distante y frío respecto a las dimensiones humanas de la tormenta. Es muy diferente estar a la intemperie cuando sopla el viento, y uno siente la fuerza de la tormenta y el peligro inmediato que corre su vida, su hogar, y todas sus posesiones, y siente el miedo en sus entrañas porque teme por su vida y la de sus vecinos mientras el silbido del viento le ensordece. Es claro en este ejemplo que la experiencia directa generalmente es más fuerte y afecta más a la persona. En el contexto académico la experiencia directa suele ocurrir en las relaciones interpersonales tales como conversaciones o debates, hallazgos en el laboratorio, trabajos de campo, prácticas de servicio social, actividades deportivas, u otras cosas semejantes.

- Indirecta

En los estudios la experiencia directa no es siempre posible. El aprendizaje se consigue con frecuencia a través de experiencias indirectas, leyendo o escuchando una lectura. Será necesario enriquecer el contexto histórico, las implicaciones temporales de aquello que se está estudiando, así como los factores culturales, sociales, políticos y económicos que en esa época hayan afectado a la vida de las personas.

En las fases iniciales de la experiencia, sea directa o indirecta, las personas perciben simultáneamente los hechos y sus respuestas afectivas. Pero sólo estructurando estos datos se puede captar la experiencia en su integridad, respondiendo a preguntas como: «¿Qué es esto?» y «¿Cuál es mi reacción?».
A.M.D.G

Rúbricas Trabajo Final

ORIENTACIÓN EDUCATIVA II


CUARTO DE BACHILLERATO


TRABAJO FINAL SEGUNDO SEMESTRE


(VALOR 40%)


El trabajo final de Orientación Educativa es la realización de un cortometraje. Este proyecto tiene un valor del 40% sobre la calificación semestral, el 60% restante, corresponde a los tres periodos de evaluación que se tuvieron en el semestre (3 periodos con valor del 20% cada uno). Se realizará un cortometraje cuya duración debe ser entre 5 y 7 minutos máximo.



¿QUÉ ES UN CORTOMETRAJE?




Un Cortometraje es una Producción Audiovisual o cinematográfica que dura sustancialmente menos que el tiempo medio de una película de producción normal. Si bien no existe una norma estricta, una posible clasificación por tiempo podría hacerse de este modo: La duración de los cortometrajes va desde menos de un minuto hasta los 30 minutos. Las películas de entre 30 y 60 minutos son [mediometrajes]. A partir de una hora de duración se las considera largometrajes. Los géneros de los cortometrajes abarcan los mismos que los de las producciones de mayor duración, pero debido a su costo menor se suelen usar para tratar temas menos comerciales o en los que el autor tiene más libertad creativa.



El cortometraje debe manejar los temas vistos en clase:



Los 6 Dinamismos más otros 2 temas vistos en el segundo semestre:



• Alteridad.


• Experiencias de dolor.


• Experiencia de gozo.


• Experiencia de esperanza.


• Experiencia de perdón.


• Experiencia de confrontación.


• Amarse a sí mismo.


• Amar a los demás y relaciones de pareja.


El trabajo es grupal y se realizará por equipos de 4 personas, se calificará de la siguiente manera:


40% Vinculación de la historia con los temas vistos en clase (visualmente).


15% Creatividad en la elaboración del corto.


30% Justificación escrita.


5 % Póster de su cortometraje.


5 % Todos los integrantes del equipo tienen que aparecer en el vídeo.


5 % Exposición al grupo del corto.



Debe haber un escrito que justifique el contenido de la obra y la vinculación de los temas: No es una exposición temática; se trata de contar una historia o historias que expresen las reflexiones de la materia, relacionándolos con experiencias de la vida cotidiana (propia o ajena).


Sobre el Trabajo Final:


I Entrega del Trabajo Semestral sinopsis y justificación:


Fecha de 1era entrega Semana del lunes 9 al viernes 13 de mayo para primeras correcciones. Se deberá entregar la sinopsis del cortometraje por escrito, la justificación y el nombre de los integrantes, para hacer correcciones.


Sinopsis: escrito en que breve y ordenadamente se describe la trama del cortometraje sin contar el final.



Justificación:


• Qué temas vistos en clase incluye el video.


• De qué modo se abordan.


• Qué se busca reflejar en el video.


Requerimientos de formato de la 1er entrega.


Se calificará:


a) Redacción.


b) Ortografía.


c) Bibliografía.


d) Formato:


• Especificaciones: letra Arial 12, espacio 1.5


• Hojas recicladas o impresas por ambas caras.


• Párrafos alineados y justificados.


• Extensión:


a) ½ cuartilla de introducción.


b) ½ cuartilla de sinopsis.


c) 1½ cuartilla de justificación.


II Entrega del Trabajo Semestral Correcciones de sinopsis y justificación, además de la conclusión:


Fecha de 2da entrega Semana del lunes 23 al viernes 27 de mayo para segundas correcciones. Se deberá entregar la sinopsis, la justificación y la conclusión corregidas por escrito.


Conclusión: realizar una reflexión sobre cómo los temas vistos en clase se aplican efectivamente en la vida cotidiana del ser humano.


Requerimientos de formato de la 2da entrega.


Se calificará:


a) Redacción.


b) Ortografía.


c) Bibliografía.


d) Formato:


• Especificaciones: letra Arial 12, espacio 1.5


• Hojas recicladas o impresas por ambas caras.


• Párrafos alineados y justificados.


• Extensión:


a) ½ cuartilla de introducción.


b) ½ cuartilla de sinopsis.


c) 1½ cuartilla de justificación.


d) ½ cuartilla de conclusión.



III Entrega del Trabajo Final:


Fecha de entrega lunes 6 de junio en CFI.



EXPOSICIÓN DE MEJORES CORTOMETRAJES DE CADA GRUPO: 13 y 14 de Junio en Audiovisual Grande 6 p.m.


• Cortometraje:


o Totalmente editado.


o En formato para Windows Media Player.


o En CD con portada.


• Trabajo Escrito totalmente corregido:


Requerimientos de formato de trabajo escrito de la Última entrega.


Se calificará:


a) Redacción.


b) Ortografía.


c) Bibliografía.


d) Formato:


• Especificaciones: letra Arial 12, espacio 1.5


• Hojas recicladas o impresas por ambas caras.


• Párrafos alineados y justificados.


• Extensión:


a) ½ cuartilla de introducción.


b) ½ cuartilla de sinopsis.


c) 1½ cuartilla de justificación.


d) ½ cuartilla de conclusión.



¡ÁNIMO Y MUCHO ÉXITO!




NOTA: Tu profesor no permitirá por ningún motivo la entrega del trabajo en una fecha posterior a la señalada.